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¿Por qué triunfan los que triunfan?

Estamos ya en terreno electoral, y todos los partidos están en sus camerinos poniéndose sus mejores galas para salir a escena. De entre todo el cartel del festival, algunos participantes son más aclamados que otros, pero en esta edición con la peculiaridad de que los que se suponían cabezas de cartel están atrayendo menos público que alguno de los teloneros, si me permiten la metáfora. Como siempre, la diferencia está en el sonido.

La legislatura ha sido dura en lo político y en lo económico, y la emergencia de nuevas fuerzas políticas ha llegado a ser incluso abrumadora para el votante, tradicionamente alineado en un único eje izquierda y derecha en la mayor parte del país. Muchas de estas fuerzas no han venido a ocupar un nuevo espacio político, sino a disputar el existente a fuerzas que ya existían, y que cuya imagen se ha visto deteriorada con los resultados de la crisis. Sin embargo, entre todas las fuerzas, cabe destacar la incursión potente de Ciudadanos en el panorama político.

Hay muchos factores que llevan a esta formación a conseguir lo que ninguno de los otros partídos emergentes ha llegado a lograr: hacer frente de tú a tú a los dos grandes partidos.

· El primero de los factores es que, tal vez junto con VOX, son el único partido que ha venido a ocupar un espacio político relativamente vacante en el espectro ideológico español, que sí tiene representación en otras democracias europeas. Aunque con cierta tibieza en ocasiones, se situan en el centro-derecha liberal que, previamente, tan sólo era un ala del PP, liderado además por viejos halcones que los tiempos han demostrado que de liberales tenían poco.

· El segundo factor es una muy buena combinación de gente conocida y gente jóven y nueva, dejando a estos últimos liderar el partido. Ocupando el mismo espacio político que pretendía ocupar UPyD, el partido de Albert Rivera se ha diferenciado de estos en una evidente juventud que transmite una frescura que difícilmente podía verse en Rosa Díez, quien finalmente dio la puntilla final a un partido que sí tuvo su oportunidad con un exceso de ego y amor por el sillón.

· El tercer factor es la transmisión de un mensaje compacto y una serie de propuestas muy concretas sobre asuntos que preocupan a toda la población. Tratan temas con la habilidad de mojarse y proponer recetas concretas, y sin embargo, sin caer en demasiadas contradicciones. Incluso hasta el punto de proponer cambios de entrada impopulares, pero en general no exentos de cierta sensatez, si son bien explicados. Esa habilidad de mostrarse, al menos en apariencia, sinceros y concretos, convence a mucha gente cansada del “mejoraremos”, “apoyaremos”, “nos esforzaremos en” sin añadir un detalle del qué y el cómo y, ya puestos, el cuánto.
Contrasta con el panorama en sus principales competidores. El PP sólo puede defenderse con el “España ha superado la crisis gracias a nosotros”, ya que sus propuestas, a la vista del cumplimiento de su programa electoral de 2011, resultan papel mojado al electorado. El PSOE ha perdido por completo su espacio, hablando de debates y de inconcreciones que exasperan al votante de izquierdas que quiere saber qué se va a hacer con su voto, y que espera medidas profundas de regeneración democrática que el partido anuncia con la boca pequeña y que vende más con fichajes que con propuestas. Muchos delanteros y pocos goles. Podemos por su parte, como el cuarto en discordia, pese ha haber hecho un esfuerzo por ofrecer una visión compacta de su proyecto, ha realizado tal viraje ideológico que ha despistado a su potencial electorado, y ha hecho ver también poco creíbles sus propuestas y, muy en especial, la capacidad de sus líderes para ejercer la responsabilidad de gobernar. El mensaje de la casta, el cambio y la gente no es capaz de mantener el buque a flote, ni siquiera con fichajes estrella, aunque la campaña está abierta y la formación ha demostrado una gran habilidad política en el pasado.

Independientemente de si se está de acuerdo o no con las propuesas de la formación naranja, lo cierto es que han construido un proyecto que a buena parte del electorado le ha resultado apetecible, llenando un espacio político ocupado previamente con poca convicción por el ala blanda del PP, y por el ala liberal del PSOE y sus terceras vías. Un mensaje que se ha sabido diferenciar del de sus contendientes sin llevar las cuestiones a extremos, sin maximalismos y con el pragmatismo por bandera, junto a un liderazgo potente han conseguido, al menos hasta la fecha, abrir una verdadera brecha en el panorama electoral y en la potencial distribución del congreso.

Con todo, no sería la primera vez en España que un partido parece que va a comerse el mundo y finalmente consigue un resultado discreto. Todo son especulaciones, pero las sensaciones son claras. Los resultados, el 20 de Diciembre en sus televisores.

 
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Publicado por en 23 de noviembre de 2015 en Política

 

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Me duele Francia

El pasado viernes hemos conocido la barbarie del terrorismo, una vez más, en la capital francesa. No quiero entrar en detalles y en tópicos, ya que creo que todo el mundo está perfectamente al tanto y, además, con una opinión bien formada de lo que está ocurriendo en el mundo. De entre todas las corrientes de opinión, hay una que me llama especialmente la atención, y es aquella que trata de hipócritas o cínicos a aquellos que mostramos nuestro pesar por estos atentados, pero no de la misma forma por los pasados ocurridos en Turquía, por los muertos en Siria, o por las víctimas de otras facciones extremistas con actuaciones salvajes en África.

No deja de sorprenderme descubir que alguien pretenda decirme lo que me debe doler o lo que no, o lo que debo sentir ante un evento u otro. Igualmente, me cuesta comprender ese punto de vista por completo, pues aunque comparto el punto de partida, creo que lo verdaderamente hipócrita es negar nuestra naturaleza como seres gregarios.

Me pregunto si esa misma gente que ahora habla con esa superioridad moral celebró el mundial de fútbol que ganó Alemania de la misma forma que cuando lo ganó España. ¿Quién tiene licencia para alegrarse? ¿Dónde ponemos el límite?. Al fin y al cabo, posiblemente los que dan lecciones al mundo no jueguen en ninguna de las dos selecciones. ¿Qué derecho tienen a alegrarse?.

Pertenecemos a grupos, no somos nada sin lo que nos rodea. Formamos parte de una cultura, de una forma de vida, de unos valores, de una comunidad a diferentes niveles, desde nuestra familia y amistades hasta nuestro país, pasando por afinidades, barrios, ciudades… Formamos parte de muchos todos.

No pretendo decir con esto que una vida tenga más valor que otra, ni mucho menos. Desde el punto de vista racional, una muerte injusta es una muerte injusta, y la barbarie es la barbarie, allá donde se produzca. Pero el dolor no es racional, como no lo es la alegría, ni ninguno de nuestros sentimientos.

El ataque a Francia no es casual. De hecho, no ha sido un gran participante en las guerras de oriente medio, ni tampoco está teniendo una participación militar relevante en el actual conflico en Siria. Francia es la madre de los valores occidentales de igualdad y libertad, de laicismo y de convivencia que se alumbran en la ilustración y la revolución francesa, y que fraguan las sociedades occidentales en las que vivimos. Ha sido un ataque a nuestra forma de vida, a nuestros valores, a nuestro mundo. A mi mundo. Así que me da exactamente igual lo que deba sentir. A mi, hoy, me duele Francia.

 
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Publicado por en 16 de noviembre de 2015 en Actualidad, Política

 

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La verdadera guerra

Todos en la vida nos hemos llevado grandes decepciones con la gente, tanto en las relaciones personales como en las expectativas que tenemos con respecto a un personaje público. Sin embargo, en lo que a mi se refiere, estas eventualidades nunca me han hecho perder la fe en el ser humano. A diferencia de otras personas, que han caído en el desánimo o en la desconfianza perpetuas, ver los rasgos que nos hacen mortales, los errores, las incoherencias, me hacen pensar que lo que debemos hacer es seguir luchando por mejorar nuestras sociedades, nuestros entornos, y aprender a entendernos entre nosotros. Cuanto más nos conozcamos en realidad, lejos de idealizaciones y de conceptos preconcebidos, más fácil nos lo pondremos a nosotros mismos para conseguir esos objetivos.

Debe ser por ello que me cuesta mucho entender cómo sigue habiendo gente que rechaza a los refugiados que vienen de una guerra. Una guerra no muy distinta que la que sufrieron nuestros abuelos. No nuestros ancestros desconocidos, no hablo de lo que se lee en un libro de historia. No, hablo de nuestros abuelos, los que viven, los que nos han cuidado cuando éramos pequeños. Ellos vivieron esa barbarie que fue nuestra guerra civil, ese sinsentido que dividió a nuestro país dejando cicatrices que todavía hoy no han curado, que deberíamos tener tan presente. Y, sin embargo, sigo viendo gente que saca la bandera a relucir para defender “primero a los españoles”, como si por alguna razón tuviésemos preferencia para disfrutar de nuestros derechos humanos.

Me cuesta comprender cómo todavía algunos tienen la miopía de no ver que mostrar nuestro mejor lado como europeos a esta gente que escapa de la barbarie es el mejor antídoto contra ese fundamentalisto que tanto tememos. Sembremos en esos hombres y mujeres la semilla de la solidaridad, de los derechos, de las libertades, y cuando vuelvan a sus paises sabrán mucho mejor por lo que tienen que luchar, y de lo que deben huir. Enseñémosles que somos pueblos hermanos y jamás creerán la falacia de que somos sus enemigos. Por contra, démosles un trato de criminales, y estaremos sembrando la siguiente generación de fanáticos antioccidentales.

Como decía, a pesar de todo esto, sigo teniendo fe en el ser humano. Creo que terminaremos por abrir los ojos, y que, aunque sea despacio, aprenderemos de la historia. Tal vez sea un iluso. El tiempo lo dirá.

 
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Publicado por en 12 de septiembre de 2015 en Actualidad

 

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La gran falacia de la política

No creo que le descrubra nada nuevo a nadie si afirmo que los políticos mienten. Con este artículo no busco realizar esa gran revelación, pero sí me gustaría analizar lo que supone votar a ciegas en un país como España.

La izquierda trata de capitalizar el descontento popular desde diferentes frentes. Mientras el PSOE intenta no ser relacionado con la llamada “vieja política” y se viste de renovación, al mismo tiempo se resiste a abandonar sus viejas maneras de partido mayoritario y gran estructura. Por otro lado, nuevas fuerzas capitaneadas por PODEMOS tratan de capitalizar el descontento en las urnas a través de un “todo está mal” generalizado, con programas e ideologías cambiantes que oscilan, según convenga, entre una izquierda muy intervencionista y una ideología socialdemócrata propia de los 80. IU se ha quedado en medio del maremoto, con un pie en la renovación y otro en la política clásica, con un discurso de ruptura con lo establecido mientras miembros bajo sus siglas participaban en las instituciones, con no mejores prácticas y costumbres que los partidos mayoritarios.

Por su lado, la derecha enfrenta las citas con la ciudadanía también desde diversos ángulos. El PP nos ofrece el “o yo o el caos” o el “lo hemos hecho bien pero no lo habéis entendido”. Ciudadanos se nos vende como un centro-izquierda centralista, con un puñado de antiguos socialistas en sus filas, y un programa más parecido a una derecha liberal con un tufo rancio, renovadora en las instituciones, pero con más slogan que enjundia. UPyD, por su lado, incomprensiblemente ha optado por ir en solitario en lugar de sumarse a la avalancha de Ciudadanos, defendiendo posiciones muy comunes con ellos. La nueva política hecha por viejos rockeros.

Pero, al final, ¿cuál es la propuesta real?. ¿Qué votas cuando eliges un partido?.

Este es el verdadero dilema. Tras la frase oportunista y el discurso triunfalista, desconocemos cuál es el verdadero contenido de lo que votamos. Elegimos con apenas unas nociones generales, y con muy pocos fundamentos.

Entre las dos formaciones mayoritarias, la corrección política impera de tal forma que en sus discursos apenas son distinguibles, no porque sus programas sean iguales -primera falacia de las nuevas formaciones- sino porque nadie se atreve a salir del guión de la mal llamada “sensatez”, nadie se atreve a decir algo que pueda suscitar una crítica. El miedo a perder un voto les está llevándo al camino de perderlos todos.

Las dos grandes nuevas apuestas, Podemos y Ciudadanos, no son mejores en este aspecto. Podemos un día no paga la deuda, otro hace una auditoría ciudadana -aún tenemos que saber en qué consiste, y qué se va a hacer con la deuda que se considere ilegítima-, el tercero dan una renta ciudadana mientras una semana más tarde se trata, tan sólo, de una renta de inserción en casos de exclusión social. Ciudadanos, por su lado, nos habla de las instituciones, de que en los partidos haya primarias, y de que no vayan imputados en las listas, pero gobernar va mucho más allá de las condiciones en las que uno se presenta a las elecciones. ¿Cuál es su verdadera ideología económica, política y social?. Realmente no lo sabemos.

Un sorprendente consenso.

Una cosa que me llama poderosamente la atención es que no existe un partido que considere, por ejemplo, que los servicios sanitarios no deberían ser públicos. Existen sobrados modelos mundiales de paises desarrollados, encabezados por Estados Unidos, en los que el modelo sanitario es esencialmente privado. Sin embargo, en España, con un espectro ideológico que va mucho más allá del estadounidense en los partidos representativos, ninguno defiende un modelo de seguro privado, o siquiera mixto. ¿Es que todos están de acuerdo?. Yo me inclino por creer que muchos mienten y temen decir lo que piensan al respecto por miedo a que la ciudadanía no les respalde. Visto lo visto en varias comunidades autónomas, mi sospecha es más que fundada. Tiene su lógica, sí, pero en el fondo deja de ser democrático.

Personalmente pienso que los servicios públicos de salud son más eficientes, más baratos y otorgan una mayor calidad de vida a los ciudadanos. Es lo que, a mi juicio, arrojan los datos mundiales. Pero creo que tenemos derecho a ver un debate abierto y claro de esta cuestión, igual que de cualquier otra que nos preocupe como ciudadanos. Si los contendientes electorales no dan la cara y nos argumentan sus verdaderas propuestas, ¿qué capacidad de elección nos queda?.

Mucho que hacer.

Mientras la ley no obligue a los partidos a cumplir su programa electoral, y no establezca sanciones y condenas a los políticos por mentir, seguiremos votando a ciegas. Por supuesto que los ciudadanos deberíamos ser más severos, como en otros paises, con la corrupción y las mentiras. Sin embargo, que la ley ayudase no estaría de más para sentar el precedente moral en el votante.

En el fondo, votar no dista mucho de elegir una empresa de comunicaciones. Los anuncios son geniales, y todas las opciones son la más barata y la mejor. Uno piensa que leyendo la tarifa conocerá la verdad, pero cuando finalmente contratas una opción, la tarifa puede cambiar a gusto de la operadora. Y todo esto, además, con un contrato de permanencia de 4 años.

 
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Publicado por en 31 de May de 2015 en Actualidad, Economía

 

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Fe en la ciencia

Fe en la ciencia

En varias ocasiones he mencionado ya la necesidad del ser humano de creer en algo. Incluso aquellos que se ven “descreídos”, necesitan un sistema de creencias, un manual de vida que seguir, un grupo al que defender. 

Uno de los grupos más curiosos que recientemente me encuentro es el de los acérrimos defensores de la ciencia. Prácticamente cualquier persona con cierto sentido común entiende que la ciencia es lo que nos ha servido para avanzar como especie, nos ha traído las comodidades de las que hoy disfrutamos, y ha llevado nuestra civilización hasta donde apenas unas generaciones atrás jamás imaginaron. Sin embargo, dentro de sus defensores, encontramos a un grupo de fanáticos que creen en la inerrancia de la ciencia, en la que no existe fisura alguna.

Me refiero a aquellos que entienden todo lo que surja de la investigación científica como algo beneficioso, necesario. Sin embargo, la propia ciencia nos ha enseñado tantas veces que los caminos se cruzan, que lo que parecía seguro tiene un efecto secundario inesperado, que lo que empíricamente se probó, luego resultó falsado. Y, con todo, en ocasiones se hace doctrina de algo tan -a priori- objetivo como es la ciencia. 

Esencialmente el problema que encuentro con estos defensores a ultranza de lo que ellos entienden por ciencia es el de tantos otros colectivos, que no es otro que confundir al sujeto con el objeto. En este caso particular, confundir al científico con la ciencia. Los métodos nunca fallan, los estudios siempre son concluyentes, y los científicos siempre tienen razón según su doctrina. No existen errores metodológicos, no existen intereses en los resultados, y toda conclusión mana directamente de la verdad.

Personalmente creo que la ciencia es el mayor motor para el avance de la humanidad. Nos ha traído prosperidad, salud, comodidad, comunicación, y posiblemente todo lo mejor que hoy día tenemos. Sin embargo, soy consiente de que los avances científicos no surgen espontáneamente, sino que son realizados por hombres. Y el ser humano, por naturaleza, es imperfecto y parcial. Responde a intereses, por diversos que sean estos, y además comete errores. Por este motivo creo justificar cualquier cosa “en nombre de la ciencia” no deja de ser, en cierta manera, mencionar el nombre de Dios en vano.

 
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Publicado por en 29 de julio de 2014 en General, Tecnología

 

Destruir para construir

Como ya dice el refranero popular, no hay mal que por bien no venga. Eso es lo que pienso en referencia a esta crisis. Es cierto que mucha gente lo está pasando fatal, y posiblemente yo pueda permitirme hablar con cierta frivolidad de esta situación en la medida en que posiblemente yo no sea de los que peor estén saliendo parados (y toco madera), pero las crisis siempre son momentos de vuelta a la realidad. Los problemas reales nos ponen los pies en el suelto, a veces tan rápido que nuestros tobillos se resienten.

Eso es lo que creo que ocurre muy especialmente en España, donde por algún motivo cada uno de nosotros vivía una fantasía. Y no, no me refiero a ese “vivir por encima de nuestras posibilidades”, nada tiene que ver con esa afirmación. Me refiero al interés por la política, ese tema olvidado cuando las cosas van bien, y que recordamos de golpe cuando nos acucian los problemas.

Y no me refiero tampoco a que de repente todo el mundo sepa de todo. Eso ha sido así siempre, usted ya me entiende. Me refiero a la cuestión de que, por fin, hemos quemado las banderas. Ahora escuchamos mucho más todas las declaraciones, propuestas y gestos, y siempre con un perfil más crítico. En buena medida hemos olvidado esa militancia pasiva, esa filiación sin fisuras que los tiempos de calma nos procuran. Todo se analiza, y de todos desconfiamos por igual. Y eso es bueno, porque nunca ha sido saludable dejar al poder sin vigilancia, y delegar en unas siglas toda nuestra ideología, esperando que hagan lo correcto.

España, un pais tan polarizado, está recibiendo su madurez democrática a fuego, pero este bautismo era necesario si queremos avanzar en el camino de los países desarrollados y de las democracias modernas. Exigir más del poder es algo que dejamos en el tintero en la transición, y ahora por fin se culmina. Espero que la crisis acabe pronto, pero me alegra muchísimo ver que esta lección la hemos aprendido.

 

 
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Publicado por en 29 de junio de 2014 en Actualidad, Economía, General, Política

 

Democraciofilia

Vivimos tiempos de cambio, y eso parece estar fuera de toda duda. Son tiempos rompedores con el status-quo anterior, como suele suceder en las crisis profundas, donde los cimientos de lo establecido se muestran débiles, y no faltan nunca los que, hacia un lado o hacia el otro, deciden moverlos para construir un nuevo edificio acorde a unos nuevos planos que habitualmente no tienen precedente histórico.

Existen numerosos arquitectos de este nuevo inmueble que se pretende construir. Algunos usan manuales viejos, como la ultraderecha, que acusa a los poderes democráticos de sus países de debilidad para solucionar los problemas de sus ciudadanos, y disfrazándose de fuerza social que devolverá al pueblo lo que es suyo, intentan imponer sus viejas doctrinas.

En el otro lado extremo existe un síndrome que, a mi juicio, con la mejor de las intenciones está confundiendo el medio con el fin. Hablo de aquellos que sin cesar piden más democracia, entendiendo que a más democracia, más prosperidad. Parece que cuanto más votemos, mejor nos irá. Y creo que caen en una confusión muy generalizada, que es creer que la democracia es buena per se, que es el verdadero objetivo a alcanzar.

Creo que olvidan que la democracia es una herramienta, y que es buena en la medida en que soluciona los problemas de los ciudadanos. Y de la misma manera, olvidan que los ciudadanos son demócratas en la medida en que ésta les resulte útil. No es un dogma de fe, y si la ciudadanía no encuentra refugio en este sistema, buscará otro, por más que pueda decidir cada detalle de la vida política.

Hemos olvidado un hecho fundamental, y es que el verdadero fin de un sistema político de cualquier índole debería ser llevar el máximo talento a los organismos de poder, y con igual importancia, conseguir que dichos organismos estén al servicio de la mayoría. Por ello, cuando constantemente se plantea que los políticos cobran demasiado, o pretendemos hacer de su trabajo un régimen espartano, se comete un error de brutal calado y se pierde el foco en uno de los ejes para que el sistema funcione: la transparencia.

La transparencia, aunque está siendo mencionada, es en realidad el más importante de los requisitos de un sistema para que los ciudadanos puedan, de verdad, emitir juicios sobre el hacer de sus representantes. Necesitamos mecanismos de defensa del interés general, pero ninguno es tan importante como la transparencia. Si los políticos viajan en business o si cobran dietas, aunque indignante, es esencialmente irrelevante.

Aquellos que desean cambiar el sistema para mejor, deben centrarse en que aquellos que ostenten la representación de la voluntad ciudadana sean los mejor preparados para hacerlo, y todos debemos ver con claridad meridiana qué es lo que hacen. Lo demás es una discusión teórica que no resolverá nada.

Yo no quiero un país donde la pobreza se reparta con total justicia. Y los ciudadanos tampoco.

 
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Publicado por en 22 de junio de 2014 en Actualidad, Política

 

Piedra y fuego

Burgos-obras-bulevard-GamonalVivimos días extraños, y uno tiene la sensación de que los roles clásicos de los diferentes poderes, oficiales y oficiosos, están totalmente descolocados. Nada encaja en lo que se supone que debería. Fiscales actúan como abogados defensores, barones del partido de gobierno actúan como la oposición, la oposición actuando como la nada …

No es de extrañar, por tanto, que el ciudadano medio no solo pierda la fe en el «sistema», en ese conjunto de estamentos del estado y de poderes fácticos, sino que es normal que ni siquiera sepa hacia dónde mirar, confundido.

Pero lo que realmente me ha sorprendido, y de lo que extraigo peligrosas conclusiones, es el conflicto que ocurre con el barrio del Gamonal el Burgos. La prensa en general, naturalmente tendenciosa, está tratando el asunto como vandalismo callejero, en lugar de como una denuncia que unos vecinos hacen en la calle ante un atraco a sus derechos como ciudadanos, independientemente de lo que ellos entiendan por tales derechos. Sin embargo, lo más alarmante de todo es que sin los actos violentos que han tenido lugar en la capital burgalesa, a pesar de la demagogia de los medios, la atención que una protesta en un simple barrio de una ciudad de menos de 200.000 habitantes hubiese sido insignificante, más allá de los diarios locales.

Es evidente, además, que toda la atención recibida es debida a los actos vandálicos, y nada tienen que ver con el espíritu de la protesta. Podrían haber sido mineros, transportistas, agricultores o ejecutivos de banca quejándose de su escaso salario. Da igual. La cobertura hubiese sido la misma, siempre que haya barricadas.

Y de  aquí se extrae la conclusión más peligrosa de esta reflexión. ¿Sin pedradas no hay atención?. Dios me libre de animar a nadie a realizar actos violentos, pero no deja de ser llamativo. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

No soy un especialista en el tema, pero creo que para retocar o mejorar una escultura, lo mejor es el martillo, el cincel y la delicadeza. Pero cuando uno no se puede acercar lo suficiente, solo queda hacerlo a pedradas. El resultado suele ser más discutible, pero la distancia manda.

 
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Publicado por en 17 de enero de 2014 en Actualidad, Política

 

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Mis deseos para 2014

Siempre pienso en mi blog, pero lo cierto es que día a día, acaba siendo lo último de mi lista. Es una de las injusticias de una vida ocupada. Mi primer deseo para este año es que esto cambie y pueda volver a publicar con regularidad. No se si me leerá mucha gente o no, pero es un deseo para mi poder guardar mis reflexiones.

Mi pensamiento está con la situación del país, y del mundo en general. No se si mirar con miedo o con esperanza el futuro, y es una sensación desconcertante. Pero lo que más me preocupa es el verdadero tejido del país, que es su gente. A diferencia de muchos, no voy a iniciar un alegato a favor de la rebelión. O sí. Pero, sin lugar a dudas, sí quiero iniciarlo en favor de la reflexión.

Me preocupa terriblemente la actitud de prácticamente todas las personas a las que conozco, a las que ya apenas importan los hechos. Solo veo posiciones impostadas, guiones de lo que hay que decir según la posición que ocupe uno. Se apoya a quien se supone que se debe, se critica casi todo desde una robusta ignorancia, y apenas nos esforzamos en entender cual es la situación real. Por desgracia no son los paradigmas lo que nos afectan cada día, sino los hechos, la realidad, eso que está al alcance de todos y que sin embargo casi nadie quiere ver.

Y es que es mucho más fácil que nos lo den mascado. Un buen debate en televisión, con los buenos y los malos, los primeros indicándonos lo que debemos opinar, y dotándonos de los argumentos que férreamente esgrimiremos en el bar o la cena familiar y con la convicción que nos insufla el hecho de que son los buenos quienes lo defienden, resulta más que suficiente para nuestra composición de lugar. Las caras y los nombres, póngalos usted.

Por eso, lo que le pido a este nuevo año es que nos inspire un poco más de espíritu crítico. Y no se me confunda, ya que el espíritu crítico no es criticarlo todo, decir que el pesado está vendido, que el país está podrido, o culpar a este o aquel. Se trata de leer, entender, y en base a ello, generar una opinión fundada en los hechos. Abandonemos los eslóganes y sentémonos a pensar, a debatir con la mente limpia y libre de la comodidad del prejuicio, del tópico, y de la opinión grupal.

Si verdaderamente conseguimos esto, como sociedad, no habrá crisis que nos detenga. De hecho, dejará de haber crisis alguna.

¡Feliz 2014!.

 
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Publicado por en 8 de enero de 2014 en Actualidad, Economía, General, Política

 

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Crisis de fe

Es extraordinariamente rara la ocasión en la que, siquiera parcialmente, coincido con las coImagennclusiones de la Iglesia Católica, pero recientemente se ha dado el caso. Y es que su jerarquía afirma que estamos ante una crisis de valores, más allá de una crisis económica. En este punto, estamos de acuerdo monseñor Rouco Varela y yo. Pero no se asusten, solo en este punto.

Decía Descartes que «La razón es la propiedad mejor repartida entre los hombres, pues ninguno reclama más cantidad de ella, porque todos creen tener la suficiente». No seré yo quien contradiga este hecho, si bien se dan la circunstancia de que, si bien antaño la cultura occidental venía edificada a través del cristianismo, que ha servido de sistema de valores (es decir, la métrida de lo que es bueno yes malo), hoy en día los esquemas de valores son mucho más diversos. Pero sin embargo, pese a que se predica la tolerancia desde todos estos nuevos focos como antídoto del cristianismo, se practica muy poco.

Tan solo hay que ver cómo juzga un vegano a alguien que no comulga con su credo. ¿Existe vida más allá del paraíso socialista para un comunista convencido?. No. ¿Habita en España algún político honrado para un exaltado del 15 M?. Se actuará generalizando -cuasisinónimo de ignorando-, y aunque nadie afirmará categóricamente que así es (aun queda algo de vergüenza), se actuará como si no fuese así. Y lo peor de todo es que cuando uno ahonda en estos sistemas ideológicos, deja de pensar lo que piensa, y comienza a pensar lo que DEBE pensar. 

En este sentido, es curioso ver también cómo se acusa de falta de independencia a los medios de comunicación cuando, en realidad, prácticamente nadie actúa con esa independencia. Todo forma parte de un guión escrito, y es necesario argumentar como mandan los cánones. No existen las posiciones intermedias o el razonamiento, y tampoco el verdadero pensamiento crítico, el cual solo se ejerce contra el manifiesto enemigo de nuestra comunidad ideológica. 

En definitiva, creo que hemos destruido nuestro original sistema de valores para generar, sin embargo, no un pensamiento independiente fruto de un mayor nivel cultural o de una sociedad más avanzada, sino un sin fin de nuevos sistemas de valores, no menos rígidos que el original, y contrapuestos unos contra otros.

Hay quien afirma que Roma cayó cuando abandonó su religión y su sistema moral por los del cristianismo. Quizá nuestra hora ha llegado también. 

 
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Publicado por en 25 de junio de 2012 en Uncategorized